viernes, 22 de agosto de 2025

La amenaza de los falsos opuestos

Javier B. Seoane C.

Dos actitudes intelectuales aparentemente opuestas marcan gran parte de nuestro actuar en la vida. La primera consiste en buscar y encontrar en cualquier tema una oposición cuando no una fatal contradicción. En la práctica política la encontramos a flor de piel, cotidianamente. Basta que gobierno u oposición pongan algún punto de agenda sobre la mesa para la discusión pública para que el otro se oponga y demerite por cualquier vericueto retórico la propuesta. Por eso, la falacia “tu quoque”, consistente en acusar al rival de hacer o ser lo mismo y hasta más, resulta de las más frecuentes del discurso político. Si yo tengo corrupción en mi partido tú tienes más en el tuyo, si yo violo los derechos humanos tu lo has hecho más en el pasado, y así sucesivamente. Debatir, palabra familiarizada con batirse en duelo, es palabra habitual en este mundo agonístico, especialmente entre los formados en las tradiciones marxistas. “Eso hay que debatirlo”, “propongo un debate para…”, “todo es debatible”, frases usuales de este tenso campo que en su puesta en escena pública resulta tan poco dialógico. La voluntad de sospecha (Ricoeur) reina en el mismo, “la propuesta del otro sólo es para echarme una vaina”, se piensa cuando no se dice. Pero este proceder intelectual lo hallamos también en casi cualquier otro campo, pues se trata de una actitud, de una predisposición  arraigada en la psicología del sujeto a pensar y actuar de un modo determinado. En el campo cosmológico se oponen sin mayor consideración la teoría de la creación con la teoría de la evolución o en el artístico un estilo dado a otro, y así sucesivamente de campo en campo cultural. Hubo una biología burguesa y otra proletaria como hay hoy una feminista y otra machista. Quien quiera entrenarse en el deporte de esta retórica beligerante, en la llamada erística, bien haría en estudiar “El arte de tener razón” de Arthur Schopenhauer. Desarrollará un buen músculo mental en su facultad de establecer diferenciaciones y detectar debilidades, cuando no crearlas, en el adversario (o quien sabe si enemigo).

La segunda actitud intelectual la podríamos bautizar con el neologismo de filosíntesis, “amor a sintetizar”, ello a pesar de la muy probable oposición que sufriremos de los puristas en materia idiomática del castellano, la Real Academia adelante. El purismo gusta de oponer, casi que apriorísticamente. Padece de fobias múltiples y suele ser buen perro de presa. La filosíntesis despliega el afán de integrar lo que el análisis y la oposición dividen, apunta holísticamente, procura alzar la mirada a la totalidad. De retórica recursiva exhibe una clara voluntad de escucha (Ricoeur), por lo que tiende a sufrir de alergia a la actitud agonística antes descrita. Más que debate prefiere el diálogo y la dialéctica a la erística. En el discurso religioso se inclina por el panteísmo y la reconciliación, o por la anulación alienante del yo como en muchas de las creencias orientales e indígenas de nuestro continente. Lo que se observa en algunas partes como opuestos la actitud filosintética lo considera diversos modos de expresarse la realidad. La teoría de la creación y la de la evolución no resultan necesariamente opuestas, después de todo puede pensarse que la divinidad se actualiza a partir de un plan maestro inicial que contiene la sucesión y la diversidad en la unidad. Igualmente caben otras hipótesis al respecto. El discurso científico moderno, tan caro al análisis, a la cartesiana descomposición en elementos de lo complejo, permanence sediento de síntesis inter y transdisciplinaria, no quiere evitar, quizás porque como señaló en su tiempo Kant no puede hacerlo, las conjeturas unificadoras del todo en el que estamos. La mentalidad filosintética no reniega de sus querencias metafísicas siempre y cuando no conduzcan a posturas maniqueístas o gnósticas. El estudio de las corrientes románticas del tránsito del siglo XVIII al XIX así como del idealismo alemán resulta un buen entrenamiento para este tipo de actitud tan ausente en el campo político. Ayuda a desarrollar las capacidades tejedoras del pensamiento

Ya hace más de dos milenios que Aristóteles nos legó un corpus lógico en el que los contrarios no tienen por qué entenderse como fatalmente contradictorios, afirmación que tiempo después el filósofo y poeta romano Boecio graficó en su cuadrado de las oposiciones. De la misma manera, el discurso de procedencia hegeliana sobre la lógica dialéctica sentencia que los opuestos, a veces mal llamados contradictorios, se superan (aufheben) en una síntesis. Esta superación (Aufhebung) conserva la positividad de los aparentemente contrarios eliminando su negatividad en una síntesis superior. Marx pone en clave material histórica esta lógica dialéctica. Si bien en el marco del modo de producción capitalista la historia es la lucha de clases, fundamentalmente la burguesía y el proletariado, esta lucha se supera en la síntesis del comunismo, que conserva el magnífico y positivo desarrollo de las fuerzas productivas burguesas negando las relaciones capitalistas sustentadas en la propiedad privada de los medios de producción. Marx, a lo largo de todos sus escritos, reafirma el valor inédito y profundamente revolucionario que ha tenido la burguesía en el desarrollo de la humanidad. En este sentido, en el pensamiento marxiano el comunismo no suprime los logros de la burguesía, los realiza más allá superando sus trabas. Marx fue gran lector de Aristóteles y Hegel, apreciaba que la síntesis es el resultado de un proceso de oposiciones, en cambio muchos presuntos lectores de Marx sólo practican la gimnasia mental agonística dirigiendo a modo inquisitorial sus esfuerzos a la aniquilación total de quien piensa diferente. También ocurre entre quienes definitivamente nunca lo han leído ni pretenden hacerlo porque ya de antemano ven en este pensador al diablo mismo.

En su “Lógica Viva”, Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), gran pensador latinoamericano de origen uruguayo, acuñó el término de falacia de falsa oposición para referirse a un error lógico argumental consistente en que “...una gran parte de las teorías, opiniones, observaciones, etc., que se tratan como opuestas no lo son.” (citada tomada de la edición del número 61 de nuestra valiosa Biblioteca Ayacucho, pág. 7). Se trata de “...tomar por contradictorio lo que no es contradictorio, y dentro de la cual figura, como un caso especial e importantísimo, la de tomar por contradictorio lo que es complementario.” (pág. 16). Afirma que es una de las falacias más frecuentes y expone múltiples ejemplos al respecto a lo largo de bastantes páginas. Hay quien cae en esta falacia por ignorancia o por una mentalidad cerrada en determinados prejuicios más limitantes que habilitantes, y hay quien emplea la misma con toda intencionalidad para obtener réditos de algún tipo mediante la confusión del adversario, mediante, diría Habermas, una manipulada opacidad de la comunicación. En palabras de Vaz Ferreira: “En la realidad, lo que hace la falacia de falsa oposición es, sobre todo, confundir más o menos: cómo sombrear las cuestiones.” (pág. 11). Hemos invocado a última hora a Habermas, y valdría hacerlo paralelamente con Apel, porque lo que estos pensadores denominan opacidad comunicativa, siendo la falacia de falsa oposición una de uso muy frecuente para tornar opaco el lenguaje, atenta contra la misma racionalidad democratizadora consistente en incluir al otro en una comunicación lo menos asimétrica posible, lo más transparente posible, en aras de convocar el mayor número de inteligencias en la deliberación de los asuntos de nuestro mundo. Vaz Ferreira lo dirá en estos términos: “Y el resultado práctico de todo esto, es que, en vez de abrir nuestra alma, la cerramos; debido (a veces… en parte…) a estos paralogismos inteligentes, cerramos nuestro espíritu a la comprensión y al sentimiento, inhabilitándonos para la percepción de la belleza en todas sus formas, salvo en aquella que hemos resuelto elegir cual si fuera la única legítima.” (p. 24).

Sería falaz afirmar que toda oposición resulta falaz, sería una falacia naif si se quiere, comeflor en el peor sentido. Como también resulta ingenuo y baboso, y bastante falaz, creer y sostener que todo es sintetizable en una unidad cósmica reconciliada. Para decirlo con Adorno, hay también una dialéctica negativa, una en la que el concepto jamás puede abarcar lo real, pues lo real, nos alertó Goethe, siempre es multicolor y la teoría, si acaso, sólo múltiple en los grises. La tensión permanente es connatural a la vida. No obstante, enfatizamos aquí la falsa oposición por lo perniciosa que se vuelve para nuestros cuerpos humanos, pues somos cuerpo y nuestros cuerpos son los que en última instancia resultan perseguidos, heridos, aniquilados. Si el fin del capital es obtener sin mayores consideraciones la mayor plusvalía posible, entonces la oposición entre trabajo y capital para nada ha de tacharse de falaz sino de contradictoria y real, muy real. Y así sobrarían ejemplos para dar en las distintas aristas de nuestro quehacer humano. Incluso en cuanto falacia puede pensarse prolífica en alguno de sus usos. “La falsa oposición es, efectivamente, estimulante, en arte y en pensamiento, en vida y en acción.”, comenta Vaz en la página 28. Empero, “... sin perjuicio de algunos efectos estimulantes de la falsa oposición, predominan los malos: y que, además, la tendencia a reconocer y a perseguir este paralogismo, no puede producir prácticamente malos efectos.” (pág. 30). En efecto, perseguir las falsas oposiciones, las oposiciones presentadas sin fundamento como contradictorias, ha de resultar loable toda vez que la historia, especialmente la más reciente del mundo contemporáneo, incluida la de nuestra Venezuela, está repleta de falsas oposiciones para poner en la práctica sociopolítica las peores de las persecuciones contra la humanidad que somos, contra nuestros cuerpos, los sociales y los personales. Hoy que el êthos democrático está amenazado en toda latitud, hoy que se enrarece la comunicación con teorías de la conspiración y falsedades de todo tipo, hoy que los ultras proliferan con sus sangrientos vientos, hoy toca más que nunca oponerse a las falsas oposiciones.

Publicado originalmente en el portal Aporrea el viernes 22 de agosto de 2025: Artículo