Javier B. Seoane C.
La traducción literal de la famosa serie de televisión sería “Sueño con Jeannie”, pero los distribuidores en castellano consideraron que más atractivo al público latino era “Mi Bella Genio”. La telecomedia fue transmitida entre 1965 y 1970 por una conocida cadena de Estados Unidos, y entre nosotros se difundió en los años setenta y parte de los ochenta. “Mi Bella Genio” entró a competir con otra famosa serie, “Bewitched”, por estos lares conocida como “Hechizada”, la cual se transmitió por otra cadena en el país del norte entre 1964 y 1972. En ambos casos, se trata de una comedia que tiene por protagonista a una mujer con poderes mágicos, bien sea porque es una bruja (Samantha de “Hechizada”) o porque es una genio (Jeannie), y que siempre por sus poderes extraordinarios cada una pone en serios líos a sus respectivos amos, dos hombres mortales y prosaicos de quien están enamoradas. Uso la palabra “amo” también para Samantha, la bruja, pues aunque impropia pues ella está casada con su amor y no es genio, ha decidido renunciar a sus poderes y someterse al gris hombre que es su marido, un aburrido empleado de una agencia de publicidad, muy acorde con el naciente contexto económico postindustrial de aquellos años. Samantha se convierte en una también aburrida ama de casa, y si no es por la bruja mayor, su madre, Endora, quien no se somete a nadie y menos a un triste mortal, la serie seguramente hubiese fracasado pronto. En cambio Jeannie no se somete a su “amo” y querido hombre, en este caso un astronauta, también muy acorde con el contexto de la disputa por la conquista espacial durante la guerra fría. Por lo que la serie no requiere de ninguna suegra antipática, basta con la autonomía de Jeannie para procurar resolver las situaciones que termina complicando más, especialmente cuando interviene el psiquiatra de los astronautas de la NASA, el Dr. Bellows, quien con frecuencia termina enloquecido. Sin duda, ambas series expresan los poderes de la magia, el surgir de la nada un algo poderoso con el gesto de una nariz o simplemente cruzarse de brazos y menear afirmativamente la cabeza. Probablemente al Estados Unidos de los cincuenta y los sesenta, el del American Way of Life, el del American Dream, al que quisiera volver el mago Mr. Trump con su política MAGA (hacer América, es decir Estados Unidos, grande de nuevo), a aquella norteamérica triunfante del 45 y sin casi daño alguno en su parque industrial y territorio, a aquel Estados Unidos que ahora controlaba parte del mundo y tenía a Europa occidental comiendo de su mano, a aquel país boyante en su economía y poderío político-militar, las series en torno a lo mágico le venían bien.
También en otras latitudes venían bien las series de brujas y genios. En hispanoamérica cosecharon todo un éxito, particularmente en la Venezuela saudita. Junto con “El Chavo”, fueron verdaderos hits de audiencia. El Chavo seguramente por lo contrario, por la pobreza, que nada de mágico suele tener. Pero cuando el pobre carece de poder para cambiar su vida y su aciago destino, suele apelar a todo tipo de magia y a esperar del azar un mejor tiempo, un golpe de fortuna. Por eso nos quedaremos “limpios” para probar suerte en la lotería o en el 5 y 6, pues “quién sabe si hoy me toca a mi". Y nos quedaremos “limpios” acudiendo a Madame Kalalú, a ver si con sus poderes torcemos ese destino miserable. Agréguese, en nuestro caso nacional, que si el país se sauditiza para algunos bien “enchufados” por un golpe de precios en el mercado mundial, algo así como la subida cuasimágica de los precios del petróleo, de los precios de una industria extractiva que con su potencia financiera mueve toda la economía del país, pero en la que mucho menos del 1% de la población económicamente activa participa directamente, cuando un país se “moderniza” con esa potencia económica pero sin que sea resultado de nuestro trabajo social, cuando nos volvemos el capitalismo fervoroso del Sur, o incluso un modelo de socialismo rentista, entonces hay hasta “buenas razones” para creer en cosas de magia. De modo que sauditismo y pobreza bien conjugan con cuestiones de sortilegios y magia. Probablemente por eso, refiriéndose al Estado surgido de esa Venezuela petrolera, José Ignacio Cabrujas habló de un “Estado Mágico”, y luego Fernando Coronil Imber usó el mismo sintagma para su excelente estudio sobre nuestro siglo XX. Antes que ellos, Uslar en el 49 hablaba, y habló hasta el final de sus días, de una Venezuela fingida, irreal, crecida sobre la base de una fortuna que no controlamos mediante nuestro producir. Maza Zavala corregiría lo de “crecida” por “engordada”. En todo caso, lo mágico nos permea por doquiera, desde nuestro realismo mágico literario hasta la forma en que espontáneamente actuamos en nuestra cotidianidad con el buen humor de que “algo bueno pasará” y “Dios dirá”.
Lo político no debería ser ajeno a esta cultura. Siguiendo el diálogo de “El político” he escrito en otros artículos que a la tipología platónica de los políticos pastor y tejedor hay que agregar la del mago, por cierto, muy acorde con estos tiempos populistas. Mientras el pastor conduce a las masas, las acaudilla pero hace el esfuerzo de cuidarlas, el tejedor construye en un laborioso trabajo alianzas para lograr la mayoría legítima. En cambio, el mago y la maga, cual genio salido de la botella, pretende cambiar la realidad política con tan solo cruzarse de brazos como hace Jeannie. Así, en interminables discursos, tan barrocos como la España que en el período barroco empezó su aventura por América, el político mago ofrece el oro y el moro, el mar de la felicidad o la Venezuela potencia, y hasta una plataforma de lanzamiento de transbordadores espaciales en el macizo guayanés para colonizar a Marte con gallineros verticales, o quizás mediante el movimiento del dedo índice ofrezca con profunda convicción cambiar el sistema nacional de propiedad y construir el más justo de los sistemas justos en la galaxia y más allá en el espacio sideral. Para el político mago sólo basta el querer, la voluntad, y decir la palabra oportuna para que, abracadabra, cambie el mundo.
Lo curioso es que la política opositora siga derroteros parecidos. Que después de todo quien ostente el poder, y tanto poder como el que se ostenta por estos lugares, crea que casi es mago no sería de extrañar. Pero bien jodidos estamos si quien tiene que bregar por construir día a día una alternativa se cree maga, y no por el movimiento MAGA, aunque de seguro nuestra maga es también una MAGA, y espera del mago mayor, Mr. Trump, un pequeño parpadeo para montarla en el trono respectivo. Tenemos una oposición en el país que ha renunciado hace ya mucho a tejer alianzas y encuentros con la sociedad venezolana, tenemos una oposición que cual Jeannie quiere alcanzar el poder cruzándose de brazos. No siempre fue así. Los adecos se enorgullecieron de tener una casa en cada pueblo, y luego los chavistas otro tanto. Sin embargo, desde hace un tiempo los bobolongos (en el sentido que una vez lo usó Teodoro Petkoff para mencionar a un conocido editor) creen que la política se teje mediante redes sociales o volviéndose una YouTuber, es decir, tejer sin hilos, siendo tejedores de lo efímero. Dicen que no se puede hacer política de la forma tradicional, esa forma que desde su despectivo inconsciente llaman “subir cerro”, pues el gobierno no los deja. No sabemos si esperan coronar el éxito político con la valiosa ayuda de su enemigo, si acaso esperan que en la subida al cerro le ponga alfombra roja. Debe ser que “Solidaridad”, entre miles de ejemplos que podrían ponerse, pidió permiso al secretario del partido comunista polaco para hacer política opositora. Todo parece indicar que el esfuerzo organizativo, la persuasión y convencimiento en cada comunidad, el ofrecer un proyecto de país atractivo y creíble, no es lo de estos ya no tan jóvenes. No. Los Jeannie opositores se cruzan de brazos y vociferan “abstención”, menos en Chacao, Baruta y El Hatillo por supuesto. Entretanto, un día sí y otro también, sentencian por YouTube que “esto ya está listo”, que ya el lunes o a más tardar el martes su perverso enemigo huirá despavorido o terminará con una braga naranja en una cárcel del mago mayor, y eso mientras afirman con el mismo desparpajo que en sabe Dios qué subterráneo lugar el gobierno tiene una especie de “Proyecto Manhattan” para la construcción masiva de drones ultrapoderosos con que invadir Washington el miércoles. Uno ya no sabe si las comodidades y tantos consentimientos con que crecieron estos magos y magas malcriados los convirtieron en idiotas, o si más bien son idiotas por no creer en el hacer de la política (consúltese la etimología de “idiota”), pues son exponentes reales de la antipolítica, desean que fuerzas externas les resuelvan por arte de magia, o quizás peor, por un baño de sangre, su sueño de coronarse Presidenta, o Presidente. Olvidan igualmente que los magos que no rinden resultados pierden pronto su carisma, como ya pasó con sus antecesores Guaidó, Leopoldito y unos cuantos más. Sin duda, la política maga parece todo un oxímoron, pues es la renuncia misma a la política, es la política-ficción, la política a lo “Mi Bella Genio”, la comedia con la que crecieron nuestros magos del YouTube y su enfermizo ego.
Publicado originalmente en el portal Aporrea el viernes 11 de julio de 2025: Artículo