Por Sandibel Nunes
Universidad Católica Andrés Bello
Mayo de 2009
Universidad Católica Andrés Bello
Mayo de 2009
En los últimos tiempos se ha producido una modificación del papel de la mujer en la sociedad, generada por su incorporación a los distintos ámbitos de la vida social, que van desde el trabajo hasta la política. Sin embargo, la igualdad social de la mujer no se ha logrado por completo. Por citar un ejemplo: La poca participación que ha tenido el género femenino en la generación de la ciencia y en su transmisión. Durante siglos, se ha pretendido expulsar a la mujer del conocimiento científico. Reflexionemos acerca de este tema…
No es un secreto que en la actualidad existen diversas dificultades para la promoción e integración de la mujer a la ciencia, por lo cual su participación resulta hoy en día muy inferior a la de los hombres. La causa por la que se puede vivenciar esta situación no tiene que ver con aspectos legales, sino con estereotipos, paradigmas, creencias y mitos que actúan en nuestro pensamiento y lo más grave, es que lo hacen de manera inconsciente. A partir de la familia, de la educación y la comunidad científica se construyen elementos discriminatorios.
La segregación de género en el personal científico, las pautas de discriminación contra las mujeres en el ámbito científico, altera el carácter y la práctica de la ciencia. De esta manera la comunidad científica es tan sólo una institución con significados y símbolos de la masculinidad. (Van den Eynde, Ángeles. 1994)
La ciencia comenzó a desarrollarse desde el siglo XVII, adoptando una imagen positivista y racional, “objetiva, analítica y neutral”. Características que casualmente se encuentran vinculadas con el género masculino, relacionando lo subjetivo, lo intuitivo y lo irracional con lo femenino. El estereotipo de la ciencia se contempla en lo duro, riguroso, racional (características que se le atribuye a los hombres), dejando a la mujer científica como una contradicción a sus propios términos. (Hading, S. 1996)
La ciencia es una construcción social y como tal, resulta un proceso inseparable de los procesos que se desarrollan dentro de la sociedad: teorías y paradigmas, los cuales a su vez dependen del contexto histórico, económico y social en el que se ubiquen.
Echándole un vistazo a como fue el papel de la mujer en los orígenes de la ciencia. Analizando la historia de la ciencia se ha podido comprobar que el género femenino ha participado en su desarrollo desde la más remota antigüedad. Sin embargo, sus aportaciones y papel han sido frecuentemente ignorados cuando no ocultados tras una figura masculina (esposo, hermano, maestros, etc.).
Por nombrar algunos casos, María Sjklodowska, conocida por Marie Curie al tomar el apellido de su marido, fue la primera en ganar premio Nobel dos veces, la primera en física junto a su marido y la segunda en química por su trabajo solitario. Rosalind Franklin fue decisiva en la estructura helicoidal del ADN. Wikins, Watson y Crick, recibieron el premio Nobel por el descubrimiento tras la muerte de esta mujer. Hay un sinfín de casos como estos en donde el reconocimiento general de estas mujeres en la ciencia ha ido desapareciendo en el recuerdo de los historiadores del pensamiento. (Van den Eynde, Ángeles. 1994).
Y que decir de Sophie Germain, quien fue uno de los tantos ejemplos de mujeres que se vieron afectadas por no poder acceder a la enseñanza universitaria, se formó de manera autodidactica fuera de la comunidad científica tras ser rechazada por la Escuela Politécnica de Francia por su condición de mujer. Esta mujer publicó una serie de trabajos con seudónimos masculinos que la llevaron a ganar el premio extraordinario de la Academia. ¿De no haber creado un seudónimo masculino nunca hubiera recibido este premio? (Van den Eynde, Ángeles. 1994).
Aunque la situación ha mejorado, puesto que en la actualidad no existen mecanismos de exclusión para las mujeres en las instituciones científicas, la limitada participación de éstas en la ciencia no ha desaparecido.
Aun en el siglo XXI, se puede evidenciar mecanismos y actitudes discriminatorias hacia la mujer. El discurso científico, sigue siendo androcéntrico situación que no sólo perjudica a las mujeres sino a la ciencia en general. La ciencia al rechazar a la mujer, está rechazando un conjunto de valores imprescindibles para su creación, el progreso humano y científico sólo será logrado a cabalidad cuando se integre a las mujeres en el eje principal de la cultura predominante. (Bonder, 1994)
Lamentablemente las mujeres no han alcanzado la igualdad social, desde el punto de vista profesional, como en el rendimiento económico y estatus. Esta aseveración se acentúa cuando nos referimos especialmente a las profesiones ligadas con la ciencia y la tecnología.
Debemos tratar de que los mitos, y estereotipos del lugar que ocupan las mujeres en la sociedad y que se encuentran en nuestro inconsciente, desaparezcan, o al menos afloren a nuestra conciencia para poder ser debatidos y criticados, puesto que esta situación afecta negativamente la opinión que tienen las sociedades sobre las mujeres así como también su propia autoestima.
Las mujeres han generado logros científicos desafiando barreras y códigos, pretendían confinarlas sólo las tareas vinculadas al hogar y al cuidado de los hijos. Podemos ver en el ramo de la biología algunas investigaciones que se empeñan en mostrar un predominio del hombre sobre la mujer. Por citar un ejemplo, el papel que juega la mujer en la concepción, es definido por muchos autores como pasivo, en donde el único papel considerado en la fecundación era el del hombre. Sin embargo, hay otras investigaciones que hablan de que la principal contribución la hace la femea, quien es la que escoge el espermatozoide más apto. ¿Cuál es la enseñada en la escuela? ¿Dan las dos teorías? ¿Por qué ocurre ello?
La educación debe asegurar el desarrollo productivo con equidad, asegurando un marco de posibilidades para integrar a las discusiones y acciones futuras la igualdad de oportunidades para la mujer, haciendo desaparecer uno de los rasgos inéditos a nuestro sistema educativo: la desigualdad, ya que excluyendo a la mujer también se está excluyendo el conjunto de valores y características sumergidas en el término feminidad. (Hading, S. 1996)
De esta manera, la ciencia nunca podrá ser considerada neutral u objetiva, si excluye sistemáticamente a ciertos grupos, esta desigualdad hará imposible la verdadera imparcialidad de la comunidad científica. La actitud que mantienen los hombres, es interiorizada por muchas mujeres, y se ven plasmadas en inseguridades y debilidades en su autoestima. Así mismo, hoy en día persisten actitudes y comportamientos excesivamente machistas, en donde una mujer preocupada por su aspecto no es tomada en serio y en caso opuesto resulta desagradable y agresiva. (Subirats, Marina, 1994).
Cambiar esta situación requiere de grandes esfuerzos. Comenzando por modificar la actitud de las mujeres hacia su propia valoración y autoestima. Cambios en la ciencia, en sus estructuras (donde existen distorsiones basadas en el género evidenciadas en sus normas y practicas), para que éstas resulten más democráticas, participativas y transparentes. Por último, se requiere un cambio en la mentalidad de la sociedad en general para acabar de una vez por todas con mitos, creencias y tradiciones que han mantenido alejada a la mujer de la ciencia.
Las diferencias sexuales han sido utilizadas por la sociedad para mantener una distribución desigual tanto del trabajo como del poder. La igualdad social de la mujer es un trabajo que requiere de tiempo y paciencia. (Hading, S. 1996) Debemos debatir acerca de la educación y la participación de las mujeres. Debemos analizar si éstas aprenden allí sobre si mismas y sobre su futuro papel en la sociedad, no es de casualidad que las mujeres se orienten a campos tradicionalmente femios, ese es el mensaje que se transmite a través del curriculum. La escuela transmite a través de él, un conjunto de valores y expectativas diferenciales según el género.
La determinada organización del contenido y del método, ha sido demostrada a través de las investigaciones anteriores que no son más que una expresión de la forma dominante de la masculinidad, de su poder sobre la feminidad.
En el currículo, se debe seleccionar los contenidos y métodos a utilizar, entre una gama ya disponibles. Sin embargo, no existe garantía de que tal selección sea acertada. El contenido es un contenido natural arbitrario, ninguna selección es neutral por que en ella está inmersa una serie de estereotipos, prejuicios, intereses, etc.
En él (currículo), se cruzan diversas relaciones de desigualdad que tienen origen en la sociedad y que constituyen intereses sociales. Situación que genera la exclusión de la mujer a la igualdad de oportunidades, concibiendo al programa como conocimientos organizados enmarcados en bases sociales predominantes, que favorecen ciertos intereses específicos. (Connell, 2006)
No sólo eso, los materiales didácticos constituyen una pieza fundamental en el proceso de enseñanza aprendizaje, ya que a través de ellos los alumnos crean su propia concepción del saber. Los libros, representan uno de los métodos más extendidos en las escuela, si tomamos cualquier libro utilizado en cualquier año del sistema educativo evidenciaremos un gran sexismo en la educación, veremos libros estereotipados en su aparente simplicidad metodología. A modo de reflexión, ¿cuántas mujeres son nombradas en los libros de literatura, o quizás en matemáticas?... Se hace necesario, que el material escolar que se utiliza en las aulas recoja aportaciones de las últimas investigaciones en el campo feminista. (Bonder, Gloria, 1994).
El sistema educativo debe buscar un conocimiento que sea preciso, no distorsionado y mucho menos discriminatorio, que se sustenten en las personas desfavorecidas también (mujeres, pobres), ya que los diferentes puntos de vista proporcionan diferentes formas de ver el mundo, comprensivas y de mayor fuerza epistemológica que las que tenemos actualmente. No se trata de sustituir a beneficiarios antes hombres y ahora mujeres, se trata de superar diversos obstáculos que se presentan hoy en día en las estructuras de poder para nuestro progreso cultural e intelectual.
La escuela no debe inmiscuirse en cuestiones de discriminación social ni de género, su función es enseñar. Entonces si su función es enseñar ¿Por qué parece vedado o indiferente ante estos temas? ¿En realidad en nuestra educación tenemos una distribución real de los contenidos, basados en el criterio normal de la igualdad? ¿Qué clase de Educación ofrecen nuestras escuelas?
La crítica que nace de acá al sistema educativo va mucho más allá de la igualdad de oportunidades y de la distribución de sus contenidos, cuestiona también las relaciones de poder sostenibles en su estructura. Debemos desarrollar una escuela que sea capaz de involucrar el género, a la clase y a la raza no sólo en el plano teórico sino también en las estrategias de intervención.
Con este ensayo se pretende despertar la conciencia de esos docentes y funcionarios técnicos sobre los cuales recae la responsabilidad de la educación en nuestro país. Los encargados del sistema deben ser capaces de analizar la discriminación de la mujer en los ámbitos educativos. Lamentablemente, la igualdad de oportunidades para las mujeres no está en una de las prioridades de cambio en nuestra escuela. Constantemente, encontramos docentes con nociones estereotipadas y comportamientos discriminatorios. Lograr la conciencia y el cambio en este aspecto al cual no se le ha brindando gran relevancia, generará no solo equidad entre los géneros en el aula, sino también una mejor calidad en la práctica pedagógica en todos los sentidos.
Debemos generar una escuela que motive el aprendizaje en relaciones de equidad y solidaridad entre géneros, que incentive una participación activa de ambos sexos en la vida ciudadana, donde la necesidad de difundir y legitimar la igual de oportunidades para la mujer en la educación sea una preocupación frecuente.
En nuestras escuelas vemos como la docencia es ejercida por mujeres mientras los varones ejercen cargos jerárquicos como la dirección. ¿Creen que eso es por azar? O quizás, ¿hay diferencias entre el intelecto de la mujer y la del hombre? Pues no, es simplemente una educación que se encuentra envuelta por un conjunto de estereotipos.
A modo de conclusión la escuela debe ser una escuela para generar ciudadanos democráticos críticos y participativos. Para poder tener una sociedad democrática debemos fundar escuelas que propicien este pensamiento, libre de estereotipos y discriminaciones.
Debemos generar talento humano, despertar en ellos la curiosidad, la critica, dispuestos a discutir acerca de cualquier hecho de la vida cotidiana. Seres reflexivos, que constantemente se cuestionen acerca de los problemas que atañen a nuestra sociedad. Que no sólo se preocupen, sino que se ocupen de encontrar soluciones.
Para lograr el progreso en nuestra nación y generar cambios, debemos formar personas que sepan hacia donde van, qué es lo que buscan y que sepan qué pueden hacer para mejorar. Sin duda, para lograr esto debemos darle un giro al sistema educativo, protestando así contra el modelo tradicional de la educación, modelo enmarcado en la transmisión verbal de conocimiento, en la repetición de conceptos.
Resulta cuestionable decir que vivimos en democracia. Si queremos vivir en democracia, debemos trabajar desde nuestras escuelas para ello. No porque ejerzamos el derecho al voto ya estamos en democracia, eso sería reducir su concepto, el acto electoral es un pequeño e insuficiente aspecto para hablar de democracia. En realidad podemos decir que vivimos en democracia. ¿Qué pasa con la violencia, el racismo y el machismo? Es un problema que va más allá del voto.
Es importante preguntarse, ¿cuál es la escuela que queremos? ¿Estamos formando personas activas y criticas? ¿Son nuestras escuelas flexibles? La verdad es que tenemos un mosaico de contenidos autoritarios, autoritarismo que esta en lo más profundo del “conocimiento”; y ¿qué decir de los textos? En ellos también hay un profundo autoritarismo y lo más grave es que todo esto se hace invisible. En la ciencia, en la historia, en las artes e incluso en la lengua está en peligro la educación para la democracia.
¿Por qué no nos enseñan los aportes y legados de las mujeres? Debemos sospechar de todo aquello que no se nos ha enseñando. Quizás la respuesta esté en que a la sociedad no le conviene plantear esta situación, pues pone en peligro la relación de dominación y no hay mejor manera de dominar que haciéndola invisible. Sin embargo creo que resulta relevante recordarle a la sociedad que ninguno es dueño de la verdad como para imponerla sobre otro.
¿En realidad podemos hablar de democracia en nuestras escuelas, cuando vemos por ejemplo la exclusión de la mujer en ella? La democracia emerge de la diversidad, y si la escuela no educa para la diversidad esta se vuelve un obstáculo para la formación de ella. Por esta razón, resulta urgente que las instituciones educativas se democraticen, para ello debemos superar la resistencia al cambio.
Anhelamos una escuela crítica, flexible libre de dominaciones y estereotipos, que responda a las demandas de un mundo que vive en constantes cambios. Si queremos una sociedad libre, debemos fundarlo desde nuestras escuelas. Nosotros como futuros educadores tenemos una gran tarea. Aportemos soluciones y seamos generadores de cambio, rompiendo esquemas, estereotipos y prejuicios.
REFERENCIAS
Bonder, Gloria (1994). Género y Educación. Revista Iberoamericana de Educación N°6. Mujer y Educación en América Latina: hacia la igualdad de oportunidades. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a01.htm (14/04/2009) p. 30
CONNELL, R.W (2006). Escuelas y Justicia Social. Madrid .Morata
García, Menchu. (1994).Revista Iberoamericana de Educación
Número 6. Género y Educación. Cooperación internacional, género y desarrollo. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a04.htm (10/05/2009) p.30
Hading, S (1996) Ciencia y Feminismo. Madrid. Morata
Morín, Edgar (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Caracas. CIPOST.
Subirats, Marina. (1994). Revista Iberoamericana de Eduiación. N|6. Genero y educación. Conquistar la igualdad: la coeducación hoy. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a02.htm (10/05/2009) p. 22
Van den Eynde, Ángeles. (1994). Revista Iberoamericana de Educación. N°6. Género y Ciencia ¿términos contradictorios? Un análisis sobre la contribución de las mujeres al desarrollo científico. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a03.htm (14/04/2009) p. 17
Vázquez, María Jesús.(1994). Revista Iberoamericana de Educación Número 6. Género y Educación. Mujeres progresistas: una apuesta por la igualdad desde la educación informal. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a07.htm (10/05/2009) p.6
No es un secreto que en la actualidad existen diversas dificultades para la promoción e integración de la mujer a la ciencia, por lo cual su participación resulta hoy en día muy inferior a la de los hombres. La causa por la que se puede vivenciar esta situación no tiene que ver con aspectos legales, sino con estereotipos, paradigmas, creencias y mitos que actúan en nuestro pensamiento y lo más grave, es que lo hacen de manera inconsciente. A partir de la familia, de la educación y la comunidad científica se construyen elementos discriminatorios.
La segregación de género en el personal científico, las pautas de discriminación contra las mujeres en el ámbito científico, altera el carácter y la práctica de la ciencia. De esta manera la comunidad científica es tan sólo una institución con significados y símbolos de la masculinidad. (Van den Eynde, Ángeles. 1994)
La ciencia comenzó a desarrollarse desde el siglo XVII, adoptando una imagen positivista y racional, “objetiva, analítica y neutral”. Características que casualmente se encuentran vinculadas con el género masculino, relacionando lo subjetivo, lo intuitivo y lo irracional con lo femenino. El estereotipo de la ciencia se contempla en lo duro, riguroso, racional (características que se le atribuye a los hombres), dejando a la mujer científica como una contradicción a sus propios términos. (Hading, S. 1996)
La ciencia es una construcción social y como tal, resulta un proceso inseparable de los procesos que se desarrollan dentro de la sociedad: teorías y paradigmas, los cuales a su vez dependen del contexto histórico, económico y social en el que se ubiquen.
Echándole un vistazo a como fue el papel de la mujer en los orígenes de la ciencia. Analizando la historia de la ciencia se ha podido comprobar que el género femenino ha participado en su desarrollo desde la más remota antigüedad. Sin embargo, sus aportaciones y papel han sido frecuentemente ignorados cuando no ocultados tras una figura masculina (esposo, hermano, maestros, etc.).
Por nombrar algunos casos, María Sjklodowska, conocida por Marie Curie al tomar el apellido de su marido, fue la primera en ganar premio Nobel dos veces, la primera en física junto a su marido y la segunda en química por su trabajo solitario. Rosalind Franklin fue decisiva en la estructura helicoidal del ADN. Wikins, Watson y Crick, recibieron el premio Nobel por el descubrimiento tras la muerte de esta mujer. Hay un sinfín de casos como estos en donde el reconocimiento general de estas mujeres en la ciencia ha ido desapareciendo en el recuerdo de los historiadores del pensamiento. (Van den Eynde, Ángeles. 1994).
Y que decir de Sophie Germain, quien fue uno de los tantos ejemplos de mujeres que se vieron afectadas por no poder acceder a la enseñanza universitaria, se formó de manera autodidactica fuera de la comunidad científica tras ser rechazada por la Escuela Politécnica de Francia por su condición de mujer. Esta mujer publicó una serie de trabajos con seudónimos masculinos que la llevaron a ganar el premio extraordinario de la Academia. ¿De no haber creado un seudónimo masculino nunca hubiera recibido este premio? (Van den Eynde, Ángeles. 1994).
Aunque la situación ha mejorado, puesto que en la actualidad no existen mecanismos de exclusión para las mujeres en las instituciones científicas, la limitada participación de éstas en la ciencia no ha desaparecido.
Aun en el siglo XXI, se puede evidenciar mecanismos y actitudes discriminatorias hacia la mujer. El discurso científico, sigue siendo androcéntrico situación que no sólo perjudica a las mujeres sino a la ciencia en general. La ciencia al rechazar a la mujer, está rechazando un conjunto de valores imprescindibles para su creación, el progreso humano y científico sólo será logrado a cabalidad cuando se integre a las mujeres en el eje principal de la cultura predominante. (Bonder, 1994)
Lamentablemente las mujeres no han alcanzado la igualdad social, desde el punto de vista profesional, como en el rendimiento económico y estatus. Esta aseveración se acentúa cuando nos referimos especialmente a las profesiones ligadas con la ciencia y la tecnología.
Debemos tratar de que los mitos, y estereotipos del lugar que ocupan las mujeres en la sociedad y que se encuentran en nuestro inconsciente, desaparezcan, o al menos afloren a nuestra conciencia para poder ser debatidos y criticados, puesto que esta situación afecta negativamente la opinión que tienen las sociedades sobre las mujeres así como también su propia autoestima.
Las mujeres han generado logros científicos desafiando barreras y códigos, pretendían confinarlas sólo las tareas vinculadas al hogar y al cuidado de los hijos. Podemos ver en el ramo de la biología algunas investigaciones que se empeñan en mostrar un predominio del hombre sobre la mujer. Por citar un ejemplo, el papel que juega la mujer en la concepción, es definido por muchos autores como pasivo, en donde el único papel considerado en la fecundación era el del hombre. Sin embargo, hay otras investigaciones que hablan de que la principal contribución la hace la femea, quien es la que escoge el espermatozoide más apto. ¿Cuál es la enseñada en la escuela? ¿Dan las dos teorías? ¿Por qué ocurre ello?
La educación debe asegurar el desarrollo productivo con equidad, asegurando un marco de posibilidades para integrar a las discusiones y acciones futuras la igualdad de oportunidades para la mujer, haciendo desaparecer uno de los rasgos inéditos a nuestro sistema educativo: la desigualdad, ya que excluyendo a la mujer también se está excluyendo el conjunto de valores y características sumergidas en el término feminidad. (Hading, S. 1996)
De esta manera, la ciencia nunca podrá ser considerada neutral u objetiva, si excluye sistemáticamente a ciertos grupos, esta desigualdad hará imposible la verdadera imparcialidad de la comunidad científica. La actitud que mantienen los hombres, es interiorizada por muchas mujeres, y se ven plasmadas en inseguridades y debilidades en su autoestima. Así mismo, hoy en día persisten actitudes y comportamientos excesivamente machistas, en donde una mujer preocupada por su aspecto no es tomada en serio y en caso opuesto resulta desagradable y agresiva. (Subirats, Marina, 1994).
Cambiar esta situación requiere de grandes esfuerzos. Comenzando por modificar la actitud de las mujeres hacia su propia valoración y autoestima. Cambios en la ciencia, en sus estructuras (donde existen distorsiones basadas en el género evidenciadas en sus normas y practicas), para que éstas resulten más democráticas, participativas y transparentes. Por último, se requiere un cambio en la mentalidad de la sociedad en general para acabar de una vez por todas con mitos, creencias y tradiciones que han mantenido alejada a la mujer de la ciencia.
Las diferencias sexuales han sido utilizadas por la sociedad para mantener una distribución desigual tanto del trabajo como del poder. La igualdad social de la mujer es un trabajo que requiere de tiempo y paciencia. (Hading, S. 1996) Debemos debatir acerca de la educación y la participación de las mujeres. Debemos analizar si éstas aprenden allí sobre si mismas y sobre su futuro papel en la sociedad, no es de casualidad que las mujeres se orienten a campos tradicionalmente femios, ese es el mensaje que se transmite a través del curriculum. La escuela transmite a través de él, un conjunto de valores y expectativas diferenciales según el género.
La determinada organización del contenido y del método, ha sido demostrada a través de las investigaciones anteriores que no son más que una expresión de la forma dominante de la masculinidad, de su poder sobre la feminidad.
En el currículo, se debe seleccionar los contenidos y métodos a utilizar, entre una gama ya disponibles. Sin embargo, no existe garantía de que tal selección sea acertada. El contenido es un contenido natural arbitrario, ninguna selección es neutral por que en ella está inmersa una serie de estereotipos, prejuicios, intereses, etc.
En él (currículo), se cruzan diversas relaciones de desigualdad que tienen origen en la sociedad y que constituyen intereses sociales. Situación que genera la exclusión de la mujer a la igualdad de oportunidades, concibiendo al programa como conocimientos organizados enmarcados en bases sociales predominantes, que favorecen ciertos intereses específicos. (Connell, 2006)
No sólo eso, los materiales didácticos constituyen una pieza fundamental en el proceso de enseñanza aprendizaje, ya que a través de ellos los alumnos crean su propia concepción del saber. Los libros, representan uno de los métodos más extendidos en las escuela, si tomamos cualquier libro utilizado en cualquier año del sistema educativo evidenciaremos un gran sexismo en la educación, veremos libros estereotipados en su aparente simplicidad metodología. A modo de reflexión, ¿cuántas mujeres son nombradas en los libros de literatura, o quizás en matemáticas?... Se hace necesario, que el material escolar que se utiliza en las aulas recoja aportaciones de las últimas investigaciones en el campo feminista. (Bonder, Gloria, 1994).
El sistema educativo debe buscar un conocimiento que sea preciso, no distorsionado y mucho menos discriminatorio, que se sustenten en las personas desfavorecidas también (mujeres, pobres), ya que los diferentes puntos de vista proporcionan diferentes formas de ver el mundo, comprensivas y de mayor fuerza epistemológica que las que tenemos actualmente. No se trata de sustituir a beneficiarios antes hombres y ahora mujeres, se trata de superar diversos obstáculos que se presentan hoy en día en las estructuras de poder para nuestro progreso cultural e intelectual.
La escuela no debe inmiscuirse en cuestiones de discriminación social ni de género, su función es enseñar. Entonces si su función es enseñar ¿Por qué parece vedado o indiferente ante estos temas? ¿En realidad en nuestra educación tenemos una distribución real de los contenidos, basados en el criterio normal de la igualdad? ¿Qué clase de Educación ofrecen nuestras escuelas?
La crítica que nace de acá al sistema educativo va mucho más allá de la igualdad de oportunidades y de la distribución de sus contenidos, cuestiona también las relaciones de poder sostenibles en su estructura. Debemos desarrollar una escuela que sea capaz de involucrar el género, a la clase y a la raza no sólo en el plano teórico sino también en las estrategias de intervención.
Con este ensayo se pretende despertar la conciencia de esos docentes y funcionarios técnicos sobre los cuales recae la responsabilidad de la educación en nuestro país. Los encargados del sistema deben ser capaces de analizar la discriminación de la mujer en los ámbitos educativos. Lamentablemente, la igualdad de oportunidades para las mujeres no está en una de las prioridades de cambio en nuestra escuela. Constantemente, encontramos docentes con nociones estereotipadas y comportamientos discriminatorios. Lograr la conciencia y el cambio en este aspecto al cual no se le ha brindando gran relevancia, generará no solo equidad entre los géneros en el aula, sino también una mejor calidad en la práctica pedagógica en todos los sentidos.
Debemos generar una escuela que motive el aprendizaje en relaciones de equidad y solidaridad entre géneros, que incentive una participación activa de ambos sexos en la vida ciudadana, donde la necesidad de difundir y legitimar la igual de oportunidades para la mujer en la educación sea una preocupación frecuente.
En nuestras escuelas vemos como la docencia es ejercida por mujeres mientras los varones ejercen cargos jerárquicos como la dirección. ¿Creen que eso es por azar? O quizás, ¿hay diferencias entre el intelecto de la mujer y la del hombre? Pues no, es simplemente una educación que se encuentra envuelta por un conjunto de estereotipos.
A modo de conclusión la escuela debe ser una escuela para generar ciudadanos democráticos críticos y participativos. Para poder tener una sociedad democrática debemos fundar escuelas que propicien este pensamiento, libre de estereotipos y discriminaciones.
Debemos generar talento humano, despertar en ellos la curiosidad, la critica, dispuestos a discutir acerca de cualquier hecho de la vida cotidiana. Seres reflexivos, que constantemente se cuestionen acerca de los problemas que atañen a nuestra sociedad. Que no sólo se preocupen, sino que se ocupen de encontrar soluciones.
Para lograr el progreso en nuestra nación y generar cambios, debemos formar personas que sepan hacia donde van, qué es lo que buscan y que sepan qué pueden hacer para mejorar. Sin duda, para lograr esto debemos darle un giro al sistema educativo, protestando así contra el modelo tradicional de la educación, modelo enmarcado en la transmisión verbal de conocimiento, en la repetición de conceptos.
Resulta cuestionable decir que vivimos en democracia. Si queremos vivir en democracia, debemos trabajar desde nuestras escuelas para ello. No porque ejerzamos el derecho al voto ya estamos en democracia, eso sería reducir su concepto, el acto electoral es un pequeño e insuficiente aspecto para hablar de democracia. En realidad podemos decir que vivimos en democracia. ¿Qué pasa con la violencia, el racismo y el machismo? Es un problema que va más allá del voto.
Es importante preguntarse, ¿cuál es la escuela que queremos? ¿Estamos formando personas activas y criticas? ¿Son nuestras escuelas flexibles? La verdad es que tenemos un mosaico de contenidos autoritarios, autoritarismo que esta en lo más profundo del “conocimiento”; y ¿qué decir de los textos? En ellos también hay un profundo autoritarismo y lo más grave es que todo esto se hace invisible. En la ciencia, en la historia, en las artes e incluso en la lengua está en peligro la educación para la democracia.
¿Por qué no nos enseñan los aportes y legados de las mujeres? Debemos sospechar de todo aquello que no se nos ha enseñando. Quizás la respuesta esté en que a la sociedad no le conviene plantear esta situación, pues pone en peligro la relación de dominación y no hay mejor manera de dominar que haciéndola invisible. Sin embargo creo que resulta relevante recordarle a la sociedad que ninguno es dueño de la verdad como para imponerla sobre otro.
¿En realidad podemos hablar de democracia en nuestras escuelas, cuando vemos por ejemplo la exclusión de la mujer en ella? La democracia emerge de la diversidad, y si la escuela no educa para la diversidad esta se vuelve un obstáculo para la formación de ella. Por esta razón, resulta urgente que las instituciones educativas se democraticen, para ello debemos superar la resistencia al cambio.
Anhelamos una escuela crítica, flexible libre de dominaciones y estereotipos, que responda a las demandas de un mundo que vive en constantes cambios. Si queremos una sociedad libre, debemos fundarlo desde nuestras escuelas. Nosotros como futuros educadores tenemos una gran tarea. Aportemos soluciones y seamos generadores de cambio, rompiendo esquemas, estereotipos y prejuicios.
REFERENCIAS
Bonder, Gloria (1994). Género y Educación. Revista Iberoamericana de Educación N°6. Mujer y Educación en América Latina: hacia la igualdad de oportunidades. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a01.htm (14/04/2009) p. 30
CONNELL, R.W (2006). Escuelas y Justicia Social. Madrid .Morata
García, Menchu. (1994).Revista Iberoamericana de Educación
Número 6. Género y Educación. Cooperación internacional, género y desarrollo. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a04.htm (10/05/2009) p.30
Hading, S (1996) Ciencia y Feminismo. Madrid. Morata
Morín, Edgar (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Caracas. CIPOST.
Subirats, Marina. (1994). Revista Iberoamericana de Eduiación. N|6. Genero y educación. Conquistar la igualdad: la coeducación hoy. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a02.htm (10/05/2009) p. 22
Van den Eynde, Ángeles. (1994). Revista Iberoamericana de Educación. N°6. Género y Ciencia ¿términos contradictorios? Un análisis sobre la contribución de las mujeres al desarrollo científico. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a03.htm (14/04/2009) p. 17
Vázquez, María Jesús.(1994). Revista Iberoamericana de Educación Número 6. Género y Educación. Mujeres progresistas: una apuesta por la igualdad desde la educación informal. Disponible en: http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a07.htm (10/05/2009) p.6